8 DICIEMBRE 2025

SOLEMNIDAD DE LA VIRGEN INMACULADA

Oh, María,
Virgen Inmaculada, Madre llena de gracia,
hoy celebramos con alegría tu pureza,
tu entrega total a Dios
y tu “sí” generoso que trajo al mundo al Salvador.

Desde el primer instante de tu vida
fuiste preservada de todo pecado
por un don especial del amor de Dios.
Por eso hoy te honramos, te alabamos
y te reconocemos como Madre santa y fiel.

Inmaculada Virgen María,
en este día bendito ponemos a tus pies
nuestra vida, nuestras familias,
nuestros trabajos, nuestras penas y esperanzas.
Míranos con ojos de Madre
y cúbrenos con tu manto de protección.

Enséñanos a vivir en la gracia,
a alejarnos del pecado,
a confiar plenamente en Dios
y a cumplir su voluntad como tú lo hiciste.

María Inmaculada,
intercede por nosotros ante tu Hijo Jesús.
Ruega por los que sufren,
por los que están solos,
por los enfermos, los jóvenes, las familias
y por todos los que necesitan esperanza.

Que, siguiendo tu ejemplo,
vivamos con un corazón limpio,
con una fe firme,
con un amor sincero
y con una entrega generosa al servicio de Dios.

Oh, María concebida sin pecado,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.
Amén.

EL SAN DE CADA DÍA

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN.

El 8 de diciembre de 1854, Pío IX definió este dogma con las siguientes palabras: «Para honor de la santa e indivisa Trinidad..., declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles». Antes, la Orden Franciscana, en su Capítulo celebrado en Toledo el año 1645, «escogió a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en cuanto la confesamos y celebramos inmune de la culpa original en su misma Concepción, como Patrona singular de toda la Orden de los Frailes Menores». Y aquello no fue una novedad rara en la historia de la familia franciscana, que desde sus primeros tiempos se distinguió como defensora acérrima de este privilegio sin par de María. El beato Juan Duns Escoto fue su adalid, y la campaña por él iniciada la prosiguió la Orden, sin desmayos, a lo largo de los siglos.

Oración: Oh Dios, que por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos, por su intercesión, llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.